lunes, agosto 06, 2007
Mi mochila està lista.
Una lapicera, un cuaderno, una bolsa de dormir, una carta llena de promesas, un sueño guardado en un frasquito (con su respectiva etiqueta blanca), un pedacito de cielo, un rayito de sol (tambièn con su etiqueta blanca) y un pedacito de algodòn por si en el camino me duele un poquito el corazòn (En estos viajes largos nadie està a salvo de los recuerdos nostàlgicos, ni de las ausencias que no se aguantan).
Con la mochila a cuestas decido viajar para encontrar mi verdadero destino, convertir a cada hermosa montaña en mi màs bella musa inspiradora, para teñir mi aura con la claridad de los valles...
En verdad, decido viajar para encontrar el lugar en donde ser feliz no sea una utopìa, donde soñar despierta no sea un pecado, y donde no existan edificios que me impidan ver las estrellas...
Quizà en ese lugar pueda embriagarme con una luna de miel y colmarme con la pureza del viento sin intoxicarme con el humo de los automòviles ni con el color gris de la ciudad.
Un caminante me ha contado que en ese lugar, las mariposas son màs hermosas que lo habitual y que en sus alas esconden las làgrimas de los niños. Me ha dicho tambièn que entre el polvo de las montañas, los duendes entierran las penas de los habitantes y que cuando sale el sol se convierten en semillas de libertad...
Me lo ha dicho un àngel, una dama, un vagabundo, me lo ha dicho un hippie, una flor, una rama, una nube, me lo dicen tus ojos cuando los miro, me lo dice tu piel, me lo dice el rocìo, me lo dice mi pena... Pero yo quiero sentirlo.
2 de diciembre de 2008
-Marìa Belèn-
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