Tarde o temprano el imperio de los cielos que construiste sobre la arena se derrumbarà.
El mar todo lo lleva aunque digas que sus estructuras son sòlidas; caeràn con el filo de la noche haciendo que despierte el gigante.
Ni el vàstago crecerà entre las tinieblas. Es que tanto te preocupaste por desgarrar las cenizas de una amapola, escupièndole las espinas que cargabas en tu lengua y tratando de falaces sus silencios, que no fuiste màs que la pupila desvelada del rencor. Y aunque sonrìas sobre un hombro acogedor no podràs liberarte al fin; tu cabeza va a seguir desenredando verdades y aunque quieras no podràs callar.
Las aguas se vuelven turbias cuando las desnuda la marea y vos que tan superior a la cornisa te sentiste, esta vez veràs como tu reino de sùbditos cae con furia. Vos que siempre creiste saber que carta jugar y empañaste tu sien con azulejos de colores, no seràs màs que un ser invisible que nada puede hacer para cambiar el destino.
Las agallas son de hèroes y de hombres con coraje.
No te quedarà màs que sentarte y empapar tus pies con esa espuma que derrite sin piedad tu castillo. Para recriminar tu pluma es experta pero tal vez deberìas observar tu propia piel.
Aprender a callar ciertas cosas; aprender a vivir del amor y sin apretar el cuchillo en el pecho del pròjimo, sabiendo que aùn sangra...
Galardonarse a uno mismo con un traje que nos queda grande no es lo correcto, màs deberìamos aprender a hacer filosofìa sin recordar un viejo error...
-Marìa Belèn -
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