sábado, noviembre 29, 2008

Llora un arco iris infinito aquel que puede reìr.
Rìe muertes y espectros,
escupe espinas y pàrpados sin ver el sol.
Con mariposas de cristal hechas añicos,
enciende una luna de plata y carbòn.
Abraza la inocencia de la voz,
con su cuerpo de zorzal.

Acarrea la dulce condena de amar,
de dar toda la luz hasta quedarse en penúmbras.
De apostar hasta el último hilito de esperanzas.
No hay estado màs hermoso
que la embriagante sensaciòn de estar enamorado.

No hay comentarios.: