Cuán fríos están sus cuerpos. Qué calladas están sus voces. Que heladas sus sonrisas... ¿Qué tan lejos están sus restos? ¿Bajo que luna fueron torturados? ¿Quién olió su carne quemada, picaneada... ? ¿Quién vio sus rostros golpeados? ¿Quièn prestó atención a sus ojos tristes y asustados? ¿Quién oyó sus gritos? ¿Qué dios atendió sus súplicas? ¿Quién escuchó sus sollozos? Los desaparecidos.
Cuántos hijos de puta asesinaron sus ideas. ¿Cuántas veces sumergieron sus cabezas en aquellos hediondos inodoros, para conseguir teléfonos y direcciones para seguir destruyendo vidas? ¿Cuántos malditos trogloditas creyeron que callarían a un pueblo entero? ¿Cuántas veces por minuto, las madres recriminan al dios de los que creen la vida de su hijo?
Los desaparecidos...
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Por ellos.
Por los que hoy no están...
Por los que fueron censurados de por vida.
Por los 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar.
Por Jorge Julio López, desaparecido en plena "democracia"
Por los niños de esta era, que merecen un país mejor.
Por nuestros hijos que vendrán en el mañana.
Por los ocasos que ellos no pudieron ver.
Por las sonrisas que no pudieron regalar.
Por las palabras que no pudieron gritar.
Por nosotros mismos... Para no ser lacras o un pedazo de moho en la pared.
Para educar con el ejemplo.
Para poder aprender de la historia.
Para no tropezar con la misma piedra...
Para no dejarnos manejar como marionetas de feria.
Para ser seres pensantes.
Tenemos miles de razones para despertar... Para renacer de este desinterés político general y empezar a actuar con conciencia. Que los 30.001 desaparecidos revivan en nuestras acciones... que el olvido no le gane a nuestra memoria. Que los que nos gobiernan sepan que NO OLVIDAMOS.
Madres, madres del dolor... A la memoria de sus hijos.