lunes, noviembre 26, 2007

(Luces apagadas, la sala en silencio. Entra en escena la muchacha de ojos avellana.)
"Ahora què? Tu recuerdo se suicida en un abismo y mis ojos mueren sin querer respirar. Comprendo que el presente no aguarda por mi sed y de ser asì, no deseo que el mañana grite tu nombre. Es hora de reconstruir el pasado compartido (ese pasado que habìa caìdo en el mar de làgrimas dolidas) y modelarlo, para que vuelva a sentir, a latir como si fueran potrillos galopantes, a reir... y ahì, ¡En esa milèsima de segundo, matar la presencia de tus palabras!. Aunque duela, aunque haga sangrar la herida, prefiero que los restos de aquel fuego se apaguen con mis làgrimas y no con la lluvia que hace desaparecer a los amantes cobardes. Es hora de que el reloj marque las doce y el juego de las insinuaciones ponga su punto final.
Escapar juntos hacia la nada (¡hacia el todo!) o dejar escapar lo que no pudo ser. ¿y sabès? hay que tener agallas inmensas y alas gigantes para apostar el corazòn a una ruleta inestable que empapa de dicha los dìas, pero cuando se va nos deja en la oscuridad de la ausencia. Nos queda dejar escapar... ¿verdad?."

Silencio. Que se cierre el telòn y se apaguen las luces... ¡La obra ha terminado!

1 comentario:

Verónica E. Díaz M. dijo...

Extraño el teatro... ¿Tendrás algún papel para mí?

Un abrazo