sábado, enero 13, 2007

Confesiones de una mujer, entre un cigarro y un cafe. ( un tanto mentira, un tanto verdad)

" Somos el signo del cálculo matématico más exacto,
somos el sonido del mar,
la calidez de los tenues rayos del sol de diciembre,
la brisa primaveral que seduce a su paso con su delicado perfume de mujer.
Somos las alas de un sueño,
la risa de un niño,
el color de la libertad,
Somos el viento del norte,
el sabor de un cubano,
la flecha de un indio.
Somos un solo alma cuando fundimos nuestros cuerpos en un beso, una caricia, un abrazo.
EL placer inconfundible de Sentir en nuestros labios, la danza del sol, el dulce sabor de la perfección , el dolor de la distancia, el recelo de los corazones que entre las espinas que algun día se clavaron, deciden a darle otra oportunidad al amor. "
Esas palabras que acarician el alma decoraban el margen de aquella carta que yacía sobre el tumulto de un cajón. Guardada, pero sin el polvo del olvido. Porque siempre hay que darle tiempo al tiempo, y confianza al destino. Los días pasaban, la vida seguía su curso travieso, como el del río... Cada cual, luchando en una batalla diferente, repitiendo distintos versos, y cometiendo diversos errores, pero siempre recordándonos.
(Debo confesar que creí escuchar tu nombre, unas cuantas veces al salir de aquel café, Donde solíamos matar las horas entre charlas de borges y de Gardel. Volteaba mi cara, y ¡ para mayor sorpresa! nadie se hallaba detrás de mí, tan solo la paranoía de la nostalgia que acompaña a mi sombra).
El tiempo seguía meditando, y enloqueciendo a mi alma que añoraba la simpleza de tu risa tanto como a un cielo estrellado.
Y al final,la vida volvió a reirse del destino, y nos enlazo los senderos una vez más, entre dudas, incertidumbres y alegrías, vuelvo a sentir el calor de tus palabras, y me abrazo a ellas con firmeza por temor a perderlas.
Y vuelvo a percibir tu sahumerio, y a fundirme en las burbujas de tus amargos mates, y a encontrar en tus brazos, la dulzura que necesito como único condimento para sobrevivir. Te quiero, y te voy a querer toda la vida

2 comentarios:

Solo Palabras... dijo...

Belén, poetisa,no quiero abundar en palabras con ningún sentido,
te dejo un beso y mi admiración

Sergio Felipe Mattano dijo...

Somos esto que nos habita;
somos la suave musiquita
que suena en el pecho
y somos los aromas
que cuelgan del jazmín...

Somos el tiempo que no esta,
la urgenca por el nuevo,
un camino de sueños
por el que luchar.

Somos el monte de los duendes,
la gota de lluvia en el rosal,
somos los nombres que no han muerto,
somos mártires de libertad.

Somos esto que nos habita,
somos esa suave musiquita
que suena en el pecho,
y somos los aromas
que cuelgan del jazmín.

S.M.
(espero que te guste, lo escribí por el tuyo)